30.1.07

"Mi culpa y yo"


En días como hoy, tengo la sensación de encontrarme atrapada. Y aunque tengo la posibilidad de salir de aquí no lo hago por miedo a lo que pueda descubrir tras los muros de mi casa.
No me siento orgullosa de mi misma. Sé que me comporto como una auténtica cobarde, pero lo cierto es que me importa poco lo que los demás puedan pensar sobre esta loca en la que me he convertido.
“Con 35 años… qué pena de mujer. ¿Se puede saber qué mosca le ha picado para se le vaya la cabeza de ese modo? Algún desengaño amoroso, seguro”-se comenta por ahí.
La verdad es que cuando no se sabe algo a ciencia cierta, existe un juego al que todos hemos jugado, porque nos encanta: especulamos, inventamos, nos volvemos retorcidos e inhumanos, diseccionamos y, a veces, hasta abrimos la herida con nuestro propio bisturí. Y resulta entretenido, porque ocupa nuestro tiempo, pero no invade nuestra intimidad. Destroza al de al lado, pero no a nosotros mismos.
Hasta que me toca a mí, y ya ni siquiera tengo ganas de reír. Me siento tan mal con lo que creo ser, que no quiero ni verme la cara en un espejo, mucho menos que otro pueda hacerlo por mí.
¿Por qué lo hice? –me pregunto.
¿Por qué no pensé en las consecuencias? –me lastimo.
¿Por qué no reparé en esta culpa que me atormenta y me impide dormir? –grito por si alguien puede oírme.
¿Podré perdonarme algún día?... ¿Podrás perdonarme TÚ?