9.6.06

¿Compromiso?

¿Puede alguien explicarme cómo unos brazos que antes cobijaban ahora causan rechazo? ¿O puede alguien decirme cuál es la razón por la que un beso que antaño sabía dulce, en el presente se ha tornado amargo como la hiel? ¿Qué puedo hacer con esto? ¿Y si esta sensación tan horrible de fracaso nunca se va?

Hacía meses sospechaba que a Sara le pasaba algo, aunque no sabía muy bien qué. Había cambiado tanto que apenas podía reconocer en ella un atisbo de la persona que un día conocí. Se comportaba de forma distinta, hablaba de manera extraña y hasta evitaba mirar a los ojos cuando estaba cerca.

Yo deseaba tener la oportunidad de escucharle, hablarle, ayudarle… cuando encontré estas letras en un folio sobre la mesa de la cocina. Lo había dejado ahí, a la vista, como si ella misma lo hubiera colocado adrede, pidiendo a gritos que alguien lo leyera, como si estuviera diciendo: ¡socorro, ayúdame!

Cuántas veces le había tendido mi mano, cuántas veces le había dicho: “estoy aquí”. Cuántas veces ignoró mi presencia y despreció mi auxilio, fingiendo estar bien…
Cree que no me di cuenta, pero sé que se marchó hace tiempo, hasta cuando parecía estar a mi lado, estaba ausente. Si, creyó encontrar la vida que siempre había soñado, a las personas con las que de verdad quería estar, los lugares en los que deseaba vivir… pero tan solo fue un espejismo, una quimera… una mentira que ella misma creyó y pensó hacerme creer, pero no fue así. Ignoraba que la había llegado a conocer tanto o más que ella misma.

Cómo pasó, no lo sé. Solo recuerdo que, un día, salió de casa, voló cual ave, como si de un espíritu libre se tratase. Olvidó a sus crías, aquellas que quedaron en el nido, tristes por la pérdida de su madre. Desplegó sus alas, y cuando creyó estar volando por el firmamento azul… cayó al suelo. Y allí estábamos todos quienes la quisimos para recogerla, pero no pudimos caminar de nuevo por ella. Ha tenido que volver a aprender lo que de niña consiguió con tanto esfuerzo, y aunque llora y se lamenta por lo que un día perdió, sabe que la vida sin esfuerzo no vale la pena. Hoy sabe que aquel abrazo, aquel beso, aquella palabra dulce ya no es el fruto de un sinsentido, sino la respuesta al compromiso fiel de dos corazones que deciden, día a día, continuar amándose, pese a todo.