8.5.13
LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
Hay momentos en los que un@ se desmoraliza. Sí, aguantas, aguantas y aguantas… hasta que un día te das cuenta que estás realmente cansad@, sin fuerzas, sin ganas de seguir luchando contra los elementos. En ese tipo de días es en los que piensas: me parece que es mejor volverme a acostar. Y, de hecho, serías capaz de meterte en la cama de nuevo, si no fuera porque tienes “obligaciones” que atender que solo tú puedes atender… y menos mal, porque si no fuera así “apaga y vámonos”.
Llevo varios días levantándome así, y no me gusta. De hecho, me enfada ese espíritu de negativismo que llega y lo impregna todo cuando creías estar tranquilo en medio de tu intranquilidad. Es una sensación que invade mi cuerpo y mente, una lucha de contrarios en la que no quiero ceder, pero reconozco que a veces me cuesta mucho seguir peleando, porque me resulta muy agotador. Incluso, por una décima de segundo, llego a pensar que sería mucho más sencillo rendirse.
Hoy, al despertar, me he vuelto a encontrar así conmigo mism@, pero me he vuelto a plantear la misma pregunta: ¿sigo avanzando o me quedo aquí? Y como no quiero ni pensar en permanecer en el trayecto oscuro que me lleva a olvidar que sigue habiendo esperanza, he decidido que “sí”, que quiero continuar… pero CONTIGO. Hoy quiero recordar a cada minuto que TÚ estás a cada paso que doy, porque si muchas veces me desaliento es porque quiero caminar sol@. No me dejes, Dios mío, porque sin TÍ no veo luz al final del túnel.
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